Despierto ...
Circunstancias de la realidad ...
Mienten, caen. Señor dictador,
Es el pensamiento,
En la temprana hora.
El verbo, en la moral. La honra ...
O la deshonra.
Ayer, hoy. Segundo, Minuto, Hora y Mañana.
Semilla.
Árbol y rama,
Es el razonamiento,
En la madera, consumida y que brinda.
Champagne, vida, tropiezo y muerte.
Cenizas.
El leñador y su fuego.
Parèceme fugaz en sus sentimientos,
A la luz de la luna que testifica,
Punzante de algarabìas,
Confundidas en la memoria.
Leñador y leña.
Desde, ante y entre el frìo de sus nùbes,
Y la suave brisa del atardecer inconcluso,
Que se detuvo en sus recuerdos.
Se deshonrò a las plèyades,
Que anunciaron los muertos,
De los muertos por amor,
De los vivos ...
Que muertos, por algùn ideal,
En sus pasos se desterrò.
Y sigue ...
Sigue el camino.
Pensamientos en flor.
Sonreir y surcar algo.
Yo, ¿Quièn soy? ¿Voy, a donde?
Yo,
Que nunca vi, el afirmar del eco de su voz;
El caer de sus pètalos;
El aire.
¡Voltear!
Ay luz de mi vida, ¡mírame!
¡Sofoco la agonìa y el pulso violeta!
¡Me asfixio! Tantas reyertas ...
Y yo,
Razonamientos en huida.
Fui yo, no soy, no mas serè.
¡Volverè!
Y callar, recorrer las montañas sin abismo.
Pienso yò,
Ahora y no, no existo,
Y soy.
¡Fuego que roes!
En sus cenizas del trigo àspero,
Del crujimiento apresurado de la madera asentada.
Me he dedicado a leer cada prenda,
Del viajero ausente.
Todo viajero sueña,
Pero no es libre de escapar de la vida,
Y de la muerte.
Surgen los misterios,
Que fabulizan sus pensamientos.
El viajero puede parecer ausente,
Pero jamas austero,
De la propia compañia de su suerte.
¡Fuego
Que
C
o
n
s
u
m
e
s!
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