martes, 28 de julio de 2015

¿Es Esta La Hora?


¿Es esta la hora?
Cuando el pronóstico, de la curvatura del progreso,
Se diluye. Se descolora,
En el polvo, y el oro a sangre,
Del padre, preza de las noticias de su descontento.

El café se enfría, los anteojos se quiebran.
El blanco y negro,
Es el encanto de los que tientan;
Con el aliento,
Del enjuiciado.
Las monedas se funden,
Y los huesos, inertes del frío ante el bullicio;
Pretenden la cercanía,
Del líquido en la herida de la necesidad.

Una gota de cariño, ante el torrencial.
Sufre, si sufrir le hace implorar;
Ante la enésima hora...
Esta luciérnaga obscura,
De la soledad prevista. Inmuta.
Prevenida, ha sabido,
Un poco, y tanto...
De estas contrariedades.
Ha sabido…

Sucumbiendo a la melodía de la voz humana.
La sociedad, se engalana en el ocaso. Y el día,
Sus minutos ha apostado... Tímido.
Pero es la sonrisa de la amada,
La ternura encarnada de los Niños.
El hombre se desdibuja en las calles, y se ha perdido.
La contienda se describe en devaluarse,
El alimento,
Ya no es asunto del desvalido.

Refrescando el aliento,
Y la zozobra de la inquietud lejana.
La delicada laguna, y el pensamiento...
Baila en el vapor de sus partículas inmutables.
La figura camina, la responsabilidad desfila...
Pero sus ojos se cansan.

Hombre, padre, hijo,
Correr de prisa, puede causar una caída,
Ya ha dolido.
La laguna hierve...
Y la hierba es seca, singular al polo.
Y desde el camino…
Los insectos descubren su mundo,
Y el que extraña la huella,
Cubriendo el lodo que se quiebra;
Minuto por incertidumbre a la sombra.

Extraño el cielo que sombreó las pericias,
De la tarde lejana, y la mañana rociada, de Dioses.
Esa hierba seca, y el relinche de los caballos.
El viento que trota. ¡Como he de extrañarlo!
Si lo he ocultado.

Iluso se ha vuelto el hombre; si pensativo,
Recuerda, que quiso olvidar. Recuerda que no pudo.
Más no cantar.
Hombre extraño, extrañado has de estar.
Cuando observes el camino polvoriento,
Y tus botas, pidan el descanso que deseas.
Extraño la tierra, que se deslizó en su barro inocente,
Para perpetuar, el sueño realizado,
Entre la sangre del labio ausente.


Luis J. Cabrè!


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