Frágiles,
Son tus manos, y los dedos de seda; que se deslizan...
Por el espejo. Frágiles,
Como el atardecer, y las miradas ausentes que olvidan;
Cuya presencia, se denota vertiente...
En la distancia sombreada,
Entre el rubor…
El perfume de la cornisa; cerrada al pensamiento mío.
La respiración manantial,
Me ha dicho del éxtasis; y ha escrito,
En hojas de sonrisas;
Una nostalgia, que has sabido esconder.
Pero no me dejarás solo,
Aun cuando la soledad no es la lucha del otro;
... Sino la de ambos.
Puedes diluir un poco de ti. Quizá,
Ello te divierta;
O nos advierta, de la realidad.
Donde la sed nos influye,
Y tus fotos: crayón de cera añejo,
Se quiebran,
Sin el resultado, que esperabas.
A distancia.
El sacrificio, pudo ser en parte,
La silueta. Cuya sombra,
Arropó las cenizas, y el cenicero...
Por las miserias,
Que se recubrieron de cortinas.
Para que los acertijos,
Observaran. Y desde el fondo...
Las hojas revoloteasen,
A lo alto. Si percato,
Que la prudencia, al recuerdo,
Lo ha postrado.
¡Bésame! Solo ¡Bésame! y luego hablaremos.
Detrás de ti estoy;
Y no me ves...
En la sombra,
En el rocío, de los besos... en tu piel y en
tu aroma.
Y no me escuchas...
Aun en el reflejo de tu memoria.
En la cama, queda el calor.
Amor mío, tu ausencia... es un disparo a
mi consciencia,
Si amantes, en las notas del piano;
Se han manchado las teclas, culpables...
Y a Mi, La, Do...
La acústica palpable de tu pulso,
Me ha contrariado iluso y desnudo...
Sobre la voz en tu cabeza; y el polen de las plantas,
Que han tatuado entre sábanas;
El Amor... que en el cielo; Amantes,
Se ha desherado.
En la cena, queda el frio.
Los minutos libres, se han decorado,
En la sombra de tu silueta. En las ventanas,
En los muebles olorosos, que en cartas se encarnan.
El perfume y vals... Invitados,
Y el tomar de tus manos, y la fragilidad,
Del tiempo...
Desde la rosa; y la pasión, en la intimidad;
Desde la sangre de nuestra sangre,
Que en tu vientre se sembró.
En la esencia de la mañana; del albor...
Suenan los relojes; y el tiempo se amalgama...
Y frágiles, tus manos me acarician.
El libro se lo lleva la polvorienta, la rueda del destino;
Cuando el granizo suena,
Pidiendo al sol la llave del jardín que sueña,
El lucero de las notas,
Sobre el golpe de las cuerdas.
Luis J. Cabrè!